domingo, 30 de noviembre de 2014

JOHNNY VENTURA: EL DIFÍCIL CAMINO DEL ÉXITO

Johnny Ventura, El Caballo Mayor

Sólo tenía cinco años cuando las puertas del mundo de las oportunidades se abrieron para Johnny Ventura. Como no tenía poder de decisión ni posibilidades de equivocarse haciendo una mala elección, el escenario de su éxito comenzó a montarse a su alrededor y 10 años después estaba ahí, listo para su estreno. 
Una beca de estudios que consiguió en un colegio de ricos hizo que su formación académica y su disciplina fuera buena, además de que por la rigidez de la educación de su casa, en la que el lema principal era que “no se podía perder el tiempo”, se vio precisado a ser buen estudiante.
Cuando le llegó la adolescencia, en los afanes por atraer a las chicas en una doble competencia antes sus compañeros que eran más atractivos y adinerados que él, comienza a hacerse el gracioso cantando, bailando e imitando a artistas y descubre su talento. Las mujeres caían a sus pies y los amigos tuvieron que admitir que era bastante gracioso, desinhibido y con venas artísticas. Le dieron entonces el apoyo e impulso que necesitaba para mostrar su arte ante los patrocinadores de concursos donde se descubrían nuevas figuras del canto y la música, en la antigua “Voz Dominicana” a mediados de los años 50.
En esta segunda ocasión, sus amigos no lo dejaron pensarlo ni decidir nada. Él decía que quería ser arquitecto, ingeniero, en fin. Su sueño era hacerle una casa a su madre y a su abuela para que no tuvieran que rodar más en alquileres, pero sus compañeros le decían: “Usted es un artista”.
Y de nuevo, sin poder de elección ni posibilidades de equivocarse porque no tenía fuerza para iniciar una carrera universitaria de tan altos consumos como la arquitectura, la vida le pone un nuevo telón para que muestre lo que sabía hacer.
Ganó el primer concurso en el que participó de manera improvisada, ensayando unos minutos antes de ir a escena y el jurado se sorprendió, el público lo aplaudió, y después de ahí ya nadie  tuvo que decirle lo que tenía que hacer para llegar a la cima. Él lo descubrió, aprovechó todas las oportunidades que le brindó la vida y se entregó por entero a la música. 
Es por ello que hoy considera que la suerte y la mala suerte están predeterminadas por las decisiones que se toman en la vida; que las posibilidades de éxitos o de fracasos siempre acompañan a la gente y lo que determina una cosa o la otra es tomar las decisiones en los momentos adecuados, cuando algo indica que se puede entrar de lleno.
Con esta filosofía de vida Johnny Ventura ha dedicado más de 50  años a la música, honrando el esfuerzo que hizo su madre para que se educara con la aspiración de que fuera un gan profesional. 
Y por si eso no le bastaba, se sentó en las aulas universitarias a los 50 años de edad para darle un título: el de abogado, porque no había podido borrar la imagen de la cara de felicidad que puso su madre cuando supo que su hijo de cinco años estudiaría en un colegio bueno.
También tenía que agradecer el gesto de su abuela Tomasina Soriano, quien siendo cocinera en el referido colegio y ganando apenas 8 pesos mensuales, que no les alcanzaban para su sostén, pidió una beca para su nieto cuando sus jefes, complacidos con el sazón de sus comidas, les preguntaron en qué podían ayudarla.
Satisfacer el paladar de sus superiores y que éstos lo agradecieran no era suficiente para sentirse realizada, pues en la cocina de su casa no podía poner carne todos los días ni dormir tranquila pensando en cómo distribuir sus pocos ingresos en pago de alquiler de la casa, comida, medicina, ropa, y las necesidades de sus hijos y nietos abandonados por sus padres.
Estas fueron sus confesiones ante la primera pregunta ¿Quién es Johnny Ventura?. Luego de definir los orígenes de su éxito, que para él es vital en su historia, permitió que continuáramos haciendo más preguntas: 

EN DOBLE VÍA
Johnny, ¿Usted ha sentido algún tipo de discriminación por su color y la humildad de su familia?

No, claro que no.  Sí es cierto que en la época en que me inicié los blanquitos y riquitos “talentosos” tenían mayores oportunidades de descollar en el arte y la televisión, pero yo puedo decir que las tuve también. Logré colarme en ese ambiente y tampoco me sentí discriminado en el colegio donde estudié. Los muchachos me trataban normal e, inclusive, me buscaban mucho para que los ayudara con las tareas y para pasar conmigo momentos agradables porque yo era divertido y gracioso.

¿Su abuela jugó un papel determinante en su vida. Por qué?
Mi familia era conducida por mi abuela, la única que trabajaba. Era una cocinera, imagínate tú, no ganaba nada y vivíamos en su casa un paquete de gente sin comodidades. Ella me enseñó que uno no debía avergonzarse por nada y que si queríamos subir había que ser bueno en todo, hasta barriendo si era necesario porque ella, cocinándole bien a sus patrones, logró que su nieto fuera un “estrella”.

¿Y qué me puede decir de sus padres?
Mi mamá era muy dura con la crianza y nosotros decíamos, ¡pero caramba, cuanta presión!. Yo decía que a mis hijos yo no los trataría así, pero eran otras circunstancias. Cuando se es pobre no se toleran las equivocaciones. Te dan duro para que aprendas.  De mi padre te diré que  se divorció de mi madre y de sus hijos también. Sólo lo vi unas cuantas veces. 

¿Por qué su familia entendía que en un colegio usted llegaría más lejos?  
El colegio Juan Pablo Duarte, donde estudié, era uno de los más prestigiosos de la época. Era muy rígido porque actuaba bajo las directrices de una educación fortalecida, financiada por un señor puertorriqueño llamado Serrano y allí nada más habían dos opciones: aprendes o aprendes. Esa buena formación fue la que después me permitió escribir canciones, hacerles los areglos y entender las reglas técnicas de la música cuando comencé a especializarme. 

¿Además de estudiar, qué otras cosas hacía?
Cuando estaba adolescente jugaba mucha pelota, pero no aspiraba a ser un jugador porque en esa época no se hacían millonarios y yo desde pequeño quería ser rico para no ser pobre, porque no es nada fácil eso. Ya en en el 1954 yo regreso a la Capital y no podía ingresar a la universidad porque no tenía con qué costear mis estudios ni tenía padrinos.

¿Qué pasa entonces en la vida de ese jovencito con ganas de ser rico?
Como yo aspiraba a ser arquitecto hice los dos primeros años del Bachillerato en Ciencias Físicas y Matemáticas, pero como me “decía que yo  era un artista” cambié e hice los restantes dos años en filosofía y letras entendiendo que debía tener buena dicción. También estudié locución y eso me ayudó mucho. Ahi conocí a Peña Gómez (José Francisco).

¿Quiénes y cómo descubren su talento?
Al no poder entrar a la universidad tan pronto terminé el bachillerato, me inscribí en un instituto comercial  con los fines de insertarme en el mercado laboral hasta que pudiera tener recursos para ir a la universidad.  El instituto  estaba frente al teatro Diana, donde hoy está la tienda Plaza Lama en la avenida Duarte. Era mixto (hembras y barones) y yo comencé a cantar y a bailar en las veladas. Los muchachos comenzaron a verme como artista y las muchachas a hacerme sentir que yo tenía mucho talento. (Ríe a carcajadas recreando con todo su cuerpo cómo alborotaba a las jovencitas).

UN DATO
En casa de madera 
La familia Ventura era propietaria de una casa de madera en el barrio de San Carlos y como las autoridades establecieron que todas las viviendas tenían que ser de mampostería, se vieron obligados a abandonar el lugar porque no tenían capacidad para hacerla bajo ese criterio.

A partir de entonces comenzaron a rodar por distintos sitios de Santo Domingo, básicamente en barrios con muchas precariedades, en calidad de inquilinos , hasta llegar a la ciudad de La Vega, donde permaneció por más tiempo y le consiguieron la beca que marcó el punto de partida del éxito de Juan de Dios Ventura. (Wendy Santana, L.D.)

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