Por Alci de la Rosa
"Iremos a Verona" es una obra dramatizada y cantada que tiene un final muy inesperado, electrizante, de una ardiente historia de amor que fue coronada con intensos aplausos por el satisfecho público que llenó a toda capacidad la Sala Ravelo del Teatro Nacional Eduardo Brito, la noche del domingo.
El hilo de la actuación se mantiene siempre arriba gracias a la conjunción del talento reunido en las tablas ya que además de actores sus protagonistas son entendidos en las artes de la músicas y el canto, desde que se inicia la obra se escuchan los primeros acordes de una guitarra cuyo depurado sonido daba notación que era ejecutada por un experto en la materia, el joven músico y actor Joel Rosario, quien interpreta el personaje de Julio.
Por su parte Samuel Esteban interpretando a Carlos y Pamela Herdiz a la hermosa francesa Isabelle, con voces de barítono el primero y ella, con sutil tono de soprano ligera hacen una agradable interpretacion de famosas canciones de Charles Aznavor, como "La mamá", "Iremos a Verona", "Quédate", "La Bohemia", "Yo te daré calor" y otras.
Los personajes centrales estuvieron excelentes con una Pamela con buena movilidad en escena y manteniendo durante todo el discurrir la forma típica de una francesa hablando con dificultad el español afectado del acento francés y no menos fue el formidable trabajo de Samuel desdoblándose en dos personajes diametralmente opuestos en edad: un joven ardientemente enamorado y un empleado con edad rondando la decrepitud.
La dirección muy atinada es de Ruth Alfonsina, una dama ligada al teatro desde sus años infantiles, que despidió la obra dando las gracias a sus patrocinadores y a todos cuantos hayan contribuido a la puesta feliz de esta historia en escena; dramaturgia de Pemela Herdiz y Sanuel Esteban; Escenografía de Miguel Ramírez y luces de Ernesto López.
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