Nuestros generales y otros altos oficiales militares y policiales en determinadas ocasiones actúan con sobrada prepotencia transgrediendo de tal manera el derecho de los demás y afectando olímpicamente la imagen de la institución a la que pertenecen, y en caso extremo hasta exponiendo la pérdida de su rango, como el caso del general de la Policía Nacional, Bernardo Santiago Santiago que tuvo poco tacto para rebasar de manera imprudente la caravana en la que viajaba el vicepresidente de la República, Doctor Rafael Alburquerque, en el que miembros de su escolta tuvieron que apelar a las armas para hacerlo desistir de intención.
Lo penoso de este caso es que este alto oficial es nada más y nada menos que inspector general de la Policía Nacional y por ende un hombre llamado a observar disciplina y velar porque todos la cumplan so pena de recibir sanciones, no tuviera tacto de respetar que delante de su vehículo iba una autoridad superior como es la figura del segundo mandatario de nación y en vez de rebasarla debió esperar pacientemente el momento adecuado para lograr sus propósitos.
Qué urgencia tan grande tenía el general Santiago, quien iba acompañado de un mayor, un cabo y una mujer desconocida, para hacer un rebase tan temerario y fuera de lugar? Bueno, hay una comisión especial designada por el jefe la institución general Guillermo Guzmán Fermín para aclarar el caso y tomar las medidas pertinentes sobre este feo incidente del viernes pasado en la autopista Las Américas y que no debe repetirse.
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