sábado, 1 de marzo de 2014

ARMANDO ALMÁNZAR SE MONTA EN "LA BICICLETA VERDE"

‘La bicicleta verde’
Por Armando Almánzar
Sobresaliente en el cinematográfico y en el conceptual, y podría apostar que el costo total de su producción no alcanza ni para pagar los avances de algunas películas de Hollywood.
Si ha visto Ud. esta película, “La bicicleta verde”, “Wadjda” en su idioma original, y si alguien le pregunta de qué va la historia y le responde que versa sobre una niña de 10 años que desea fervorosamente tener una bicicleta verde, es muy posible que le digan algo como “¿y que tiene de interesante o de importante que una niña quiera una bici?
Bien. Pero resulta que la niña de marras se llama Wadjda, y que es de nacionalidad árabe, específicamente de Arabia Saudita.
Y entonces las cosas comienzan a cambiar, porque esa nación no se maneja como los dominicanos, ni como los ingleses o los chinos.
Saudi Arabia es una nación conservadora, regida por los dictados de El Corán, y es por esa sencilla razón que cuando Wadjda ve a su amiguito Abdullah correr vertiginoso en su bici, cuando pasa por una tienda junto a él y ve una linda bicicleta verde y queda prendada de algo para nosotros, para nuestros niños y niñas tan común, y al llegar a su casa y pedirle a su madre que le compre esa bicicleta, a la señora le entran temblores porque ella sabe a ciencia cierta que cuando vean a su querida niña montando en dicho vehículo van a pensar mal de ella, de la niña, de su madre, de su padre, de todos en su familia porque, para los adictos a los preceptos de Alá, ese es un instrumento pecaminoso que atenta contra su femineidad.
Pero ese no es el único problema que nos presenta la película, porque, además, la madre no puede poner demasiada atención a su hija porque tiene otro motivo de preocupación: su esposo está a punto de casarse otra vez, y eso, por si acaso, no implica un divorcio, sino que el muy estimado señor va a tener dos esposas y que la nueva es, por supuesto, más joven que la inicial, y eso es algo normal en esa sociedad y bajo esos preceptos.

Sin embargo, Wadjda no es una niña cualquiera. A pesar de la presión que ejerce sobre ella la sociedad y sus convenciones religiosas, ella es tan libre como un pájaro y se apresta a vencer todos los obstáculos que se presenten para hacer su voluntad.

Y eso, mis amigos, no puede ser más que una de las tantas chispas que inicien los cambios que pueden avecindarse aún en sociedades más encerradas en el oscurantismo religioso.
El guionista y director  de este film, Haifaa Al- Mansour, nos lleva de la mano a través de las alegres peripecias que vive su pequeño personaje con mano maestra, desde el guion, rico en ideas pero sin exageraciones ni necedades, manejando a sus intérpretes con destreza para sacar de ellos lo mejor, en especial de los pequeños personajes que son una delicia de caracterización. La edición es dinámica sin apresuramientos, excelente la fotografía y hermosa pero no demasiado abundante la musicalización, ambos aspectos de la mano de alemanes, co-productores del film.
Y, atención, esta es una obra sobresaliente en cualquier sentido, en el conceptual, en el cinematográfico, y podría apostar que el costo total de su producción no alcanza ni para pagar los avances de algunas superproducciones o, muy posiblemente, menos del costo de algunas de nuestras “maravillosas comedias”.
Véanla, disfrútenla, recomiéndenla, que bien vale la pena.

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