Mario Emilio Pérez
Por José Rafael Sosa
Escribir humor es cosa muy seria. Y hacerlo a partir de una aguda capacidad de observación, a la cual se pueda unir una narrativa amigable, sin retorcimientos retóricos pero sin debilidades en su estructura, con un ritmo que permite “ver” lo contado, y encima de todo eso hacerlo con una gracia tal que la carcajada se transforme en parte del ritmo de lectura, es un milagro que no está al alcance de cualquier autor.
Escribir humor sobre lo popular tiene por descontado el riesgo del texto que flaquea por la falta de “grandes acontecimientos” a narrar. Escribir humor, hacerlo con acierto, dominando perspectivas, personajes y actitudes, requiere un talento que se reafirma cuando se nota en cada país, cuan pocos son los narradores del humor, basado en la gente.
Pero este autor inicio en 1970, cuando publicó ¿Miedo cerró las puertas? Para continuar con la primera entrega de las “Estampas Dominicanas” que comenzaron a circular (y hacer reír y pensar) desde 1971.
Mario Emilio Pérez es un intelectual creativo. Un escritor que ha transformado su quehacer en el ejercicio de una arqueología de lo cotidiano, tal cual lo ha sugerido Juan José Ayuso, más de una vez.
Muy pronto, desde el ejercicio del periodismo, hizo conciencia de su a una capacidad de observar y narrar con ingenio las estampas del comportamiento masculino y femenino de la sociedad dominicana
Su éxito ha sido permanecer en el gusto de la lectoría por casi 44 años, hasta transformarse en el escritor de humor cotidiano y reivindicador del cuadro social del hombre y la mujer de clases popular media, a pesar del poco caso que se le hace desde la crítica literaria formal y los muchos comentarios que intentan presentarlo como ejercitante de un “quehacer accesorio” de la literatura dominicana. Mala idea.
Pero con Mario Emilio Pérez, por la cantidad y consistencia de sus libros hay que consentir en que se trata del más prolífico, constante y brillante de nuestros autores de la cultura cotidiana y las costumbres, los protocolos sociales y las creencias y prácticas arraigadas en el cuerpo de la comunidad.
El pero...
La debilidad, si es que se puede considerar como tal, es la carga de machismo tradicional (y rancio) que radica en sus estampas, pero que tiene a su favor el hecho de que el autor narra acontecimientos y personajes dados que son asi.
Podría pedírsele que aproveche su capacidad de narrar para estimular valores contrarios al sentido absurdo de la superioridad masculina que se proyecta, pero eso seria solicitarle que sea escuela y se trata de un escritor con derechos a enfocar la realidad como la observa, entiende y asimila.
La incidencia de ese machismo es una realidad que describe, no que defienda. Pérez, en la vida real es un sometido al poder femenino.
Mario Emilio Pérez es indudablemente en autor de humor con mayor acogida entre quienes optan por su literatura, respetable desde todo punto de vista.
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