jueves, 6 de diciembre de 2012

VECINOS SE UNEN CONTRA LA AMENAZA DE LA DELINCUENCIA

Periodista Miguelina Terrero

Por Miguelina Terrero (El Nacional)

Como si fueran a una carrera para la que deben estar listos en todo momento, los habitantes de un sector del país se han dispuesto a dejar a un lado el sueño completo, y tirarse en su cama con uno de sus dos ojos abiertos.
Conocí del caso por una amiga, y eso me hizo pensar, que no solo ellos han asumido así su protección.
Los hombres y mujeres de ese sector no quieren dejarse atracar ni matar, no permitirán que se abuse de sus mujeres y niños, pero tampoco, dicen, dejarán en manos de una justicia floja, la defensa de algo tan valioso como sus familias.
Parecen haber llegado a un mudo acuerdo, a un pacto silencioso, a un convenio misterioso. La otra noche, se escuchó un ruido en uno de los patios del sector y en menos de 5 minutos más de 20 hombres estaban armados de palos, sogas, pistolas y otros fuertes instrumentos, en el lugar indicado. No era nada.
Sin embargo ya han sido tres las noches que esta misma turba de padres, madres e hijos indignados, persigue por horas a cualquier bandido que intente quitarles el sueño por las noches y hasta durante el día.
Tienen orientadas sus familias sobre qué hacer si un desconocido toca la puerta, sus vehículos tienen defensas secretas que pueden ser útiles si intentan asaltarles en las calles. Han amenazado a sus jóvenes para que no salgan tarde en las noches y para hacerse responsables de la seguridad de la casa en ausencia de los adultos.
Están temerosos, pero el haber tomado medidas les hace sentir más seguridad, pues no permiten en su sector, personas desconocidas paradas en esquinas a ninguna hora, pues quien lo hace, se puede llevar un gran susto. Muchos de los jóvenes del sector, acostumbran a pasearse por las tardes en las calles y han asumido la hermosa misión de mirar de vez en cuando para la casa de los más viejos, para cuidarlos desde lejos. Todos son vigilantes, a veces con la angustia que nos llena a todos, pero prevenidos y dispuestos.
No es la violencia la mejor compañera, ni la mejor acción en ningún momento, pero no es menos cierto que sin que la eligiéramos, vive con nosotros y nadie hace nada por hacer que se mude. Mejor unirse y pedir que los ojos de Dios se posen sobre nosotros, con toda la piedad de la que solo él es capaz.  Oremos cada mañana y entreguemos al divino cada uno de nuestros pasos. Yo también lo haré.

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