domingo, 5 de agosto de 2012

¡OJO AL CRISTO SEÑORES DE LA LEY!


Por el Duende

ASESINOS Y DELINCUENTES SE HAN ENTRONIZADO EN LA SOCIEDAD DOMINICANA A TAL GRADO QUE NI EN SU CASA USTED SE SIENTE SEGURO Y PARA DETENER ESA MALDITA OLEADA DE ACTOS SANGRIENTOS EN CONTRA DE LA CIUDADANÍA INDEFENSA HAY QUE ARRECIAR LA ACCION DE LA POLICÍA Y ENDURECER LAS PENAS DE LA LEY.

El asesinato en Sabana Perdida del cabo de la Policía Nacional, Jorge Luis López Ortega y de uno de sus hijos, Mariano López de 18 años de edad, por atracadores cuando atacaron su pequeño negocio para robarle no debe quedar impune. Hay que aplicarles la Ley del Talión y donde quiera que se metan perseguirlos y hacerlos pagar por sus horrendos hechos.

Los atacantes también hirieron de gravedad a su otro hijo de 17 años, Adonis López.

Los policías dominicanos ganan sueldos de miseria que no alcanzan para nada y por tal razón tienen que tener actividades paralelas para poder alimentar y criar a la familia y esto era lo que hacía el cabo López Montero para no delinquir y manchar su uniforme y miren como le paga el destino. Este hecho execrable llora ante la presencia de Dios y la sociedad se indigna con este abuso de marca mayor.

Estos asesinos si los llevan con vida ante los tribunales posiblemente el manto turbio del Código Procesal Penal, por falta de pruebas, los ponga otra vez en la calles y que continúen estos antisociales en su maldita misión de robar y matar a padres de familias que cada día salen a cumplir el mandato bíblico "con el sudor de tu frente comerás el pan de tu sustento". Estos canallas no deben salirse con las suyas, hay que darles un escarmiento de que no puedan jamás repetir su azarosa hazaña.

Las fieras solo entienden con el garrote y en este país debe endurecerse la acción policial, militar y de la ley, porque de lo contrario la ciudadanía seguirá aplicando la ley a su manera como dio el ejemplo una comunidad de Yamasá que ante la indiferencia de la autoridades atacaron a un degenerado delincuente que ya asqueaba con sus desmanes y lo apabullaron a cuchilladas, pedradas y luego lo quemaron aún con vida. ¡Ojo al Cristo, señores de la ley!


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