martes, 2 de diciembre de 2014

VENTURA ACONSEJA A URBANOS DE REPÚBLICA DOMINICANA

Johnny Ventura


El merenguero los exhorta a que vayan a escuelas formales si pueden, a que lean algo todos los días, a que se interesen por las noticias que están pasando en su país y en el mundo, para que amplíen sus conocimientos.
Siendo un revolucionario del merengue al crear una controversia en 1960 por haber cambiado los ritmos, los estilos y los textos de las canciones, y haber tenido que enfrentar las críticas que lo responsabilizaban de una alegada “distorsión del género musical”, Johnny Ventura se atreve hablar hoy de lo que está pasando con la música urbana.
El Caballo Mayor, como se le conoce en los escenarios artísticos, se pone la mano en la cabeza, en muestra de preocupación, cuando le tocamos el tema de la música urbana, preguntándole su parecer sobre este fenómeno que está arropando a las masas populares, pero que es duramente sancionado por la sociedad adulta que no tolera el fuego de sus letras.
Johnny ha estado en la misma horma en que se encuentran estos muchachos hoy. Provino de una familia con precariedades económicas, con poco tiempo para durar largos años de estudios en una académica sinfónica o ser entrenado por músicos de los grandes o en academias costosas, debido a la urgente necesidad de producir dinero.
Él también fue joven, sabroso e inquieto como esta nueva generación que se hace llamar “urbanos” o de la calle, y con muchos sueños de llegar a ser grande para salir de la pobreza y ayudar a toda su familia. Es por eso que los comprende, pero quiere ayudarlos a que lo hagan lo mejor posible para que su paso por el arte no se quede en un asunto de moda.
Juan de Dios Ventura, como es su nombre completo, entiende que ahora mismo hay mucho talento en esos jóvenes y que están innovando mucho con lo que concierne a la parte musical, pero necesitan una mano amiga urgente que los conduzca por el camino de la preparación académica para que puedan desarrollar mejor sus oídos y hacer canciones que sin quitarles su encanto no rayen en la violencia contra la mujer ni inciten al consumo de drogas y al narcotráfico.
El merenguero más famoso de los últimos 50 años clama por la intervención del Estado y las escuelas públicas para que vuelvan a establecer los centros vocacionales artísticos, donde se enseñe música con disciplina, historia del arte, cultura general, de todo un poco, un conjunto de cualidades necesarias para la buena formación de todo músico.
 "A los que ya están en los escenarios, que el sector privado apadrine su formación músico-profesional, y nosotros mismos, los músicos viejos, que les abramos las puertas de nuestras casas para que nos presenten sus proyectos y  corregir sus errores. Así todos contribuimos con el fortalecimiento de la música popular", dijo el Caballo Mayor.
Entrevistado en su residencia del sector Cuesta Brava en Arroyo Hondo, el “Merenguero hasta la tambora” relató que cuando él estaba en el apogeo de su carrera y se había convertido en un ídolo, como están los muchachos urbanos de ahora,  se detuvo un momento a pensar qué clase de ejemplo estaba siendo él para los niños y adolescentes que iban subiendo.
Su vestuario era atrevido, las letras de sus canciones tenían un fuerte doble sentido y la música era tan movida y contagiosa que hasta los más reservados se estaban soltando y dejando salir el “diablillo” que hay en cada ser humano cuando escucha música y está frente al sexo opuesto.
“Yo era un profesional. Comencé de oído pero después aprendí música en una escuela formal que me sirvió para toda la vida. Cambié todo lo que me enseñaron sí, pero no fue por desconocimiento ni distorsión, sino por pura conciencia de que estaba reformando el merengue clásico y por eso yo trataba de hacerlo bien, para que no me señalaran y respetaran mis aportes”, dice.
Johnny estudió en la escuela de José Dolores Cerón, su maestro de armonía, y Rafael Sánchez Cesteros, de canto. Nos cuenta que con ellos hizo tres años de academia y que tanto él como los otros estudiantes salían con la mejor preparación para formar una orquesta, saber lo que estaban haciendo y triunfar. Los cursos de locución también le ayudaron mucho a pronunciar bien las palabras y a dar énfasis en los puntos que se quisieran destacar.
En ese sentido aconseja a los muchachos de música “urbana” a que vayan a escuelas formales si pueden, a que lean algo todos los días, a que se interesen por las noticias que están pasando en su país y en el mundo, para que amplíen sus conocimientos y puedan tener más letras guardadas en sus archivos memoriales para que a la hora de componer o improvisar puedan impresionar.
También les sugiere ser responsables del producto que tiran a la calle, así como  ser disciplinados y cumplidores de sus compromisos. Puso como ejemplo que en 1981 cuando murió su madre, él tenía una gira por Colombia y quería aplazarla pero el manager le dijo que 20 millones de personas esperaban al artista y con todo su dolor le aplicó la frase “El espectáculo tiene que continuar”. 


UNA COMPETENCIA SANA EN LA MÚSICA



Juan de Dios Ventura hizo referencia a que los artistas tienen que mantener una competencia sana con los demás de su rango porque cada quien tiene sus cualidades, sus oportunidades, su público y sus carismas particulares y de nada sirve el odio y el rencor cuando podrían ayudarse mutuamente como complemento.

Puso dos ejemplos de cómo manejarse en esos casos. Recordó que la orquesta de Félix del Rosario era la más famosa de la época cuando él estaba subiendo como merenguero, pero que en vez de enemistarse con él y “echarle vainas”, lo consultaba profesionalmente, le llevaba sus arreglos musicales para que se los corrigiera y aunque el público creía que eran opuestos en realidad eran muy amigos y hasta se bebían unos tragos juntos. 
Otro caso fue el hecho de que como a él le gustaba tocar varios instrumentos, como en el ambiente habían muy buenos saxofonistas, él se dedicó sólo al canto y dentro de esa rama, aunque le gustaban las baladas, optó por tocar merengue porque le aconsejaron que eso tendría más campo y así fue. Igualmente recomienda a los jefes de grupo o a los líderes de la orquestación musical a preocuparse porque todos sus miembros sean buenos y sigan la misma línea de la perfección, como ocurrió con el Combo Show, del que salieron grandes artistas como Anthonny Ríos, Fausto Rey, Luisito Martí, entre muchos otros. (Wendy Santana/L.D.).

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