lunes, 11 de agosto de 2014

"LUISA FERNANDA" ATRACTIVO MONTAJE EN EL TN



Por Carmen Heredia (Hoy)

El encanto de la zarzuela llegó la noche del pasado viernes a la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, en la colorida puesta en escena de “Luisa Fernanda”, de Federico Moreno Torroba, una de las más bellas y más representadas de todos los tiempos.
La hermosa música de Torroba, su lírica, encuentra armonía perfecta con el verso certero, poético y sustancial de los ingeniosos libretistas Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, quienes además impregnan los diálogos de humor, picardía y sentido dramático.
La hermosa y realista escenografía de José Miura nos transporta a una plaza de Madrid. Las primeras pinceladas de la exquisita música de Moreno Torroba dan paso a una escena coloquial, en la que Luisa Fernanda, interpretada por la exquisita soprano Mabel Ledo, conquista por su bella y potente voz, y por la gracia con la que se declara “pantalonera”; luego, se escucha la habanera del “Saboyano”, deliciosa tonadilla de organillero, cantada con propiedad por el joven Javier Lorenzo. El primer gran momento lírico se produce con la entrada de Javier Moreno, quien ha robado el corazón de Luisa Fernanda. El tenor Edgar Pérez asume el rol del tarambana soldado, e interpreta la bellísima romanza “En este apacible rincón de Madrid”. El tercer eje del triángulo amoroso, Vidal Hernando, tiene en el barítono Gaspar Colón un magnífico exponente. A su hermoso timbre y espléndido volumen hay que añadir musicalidad, y excelente desempeño escénico, que cautiva con la romanza “Por el amor de una mujer”, luego, los duetos junto a Maribel Ledo, resultan fascinantes.
La soprano lírica Melliangee Pérez interpreta a la “Duquesa Carolina”, perfecto para su tesitura. Sus magníficas condiciones vocales se decantan con “Caballero de alto plumero”, y junto a Javier logra un bello y acoplado dueto.
La actuación de Ondina Matos -Mariana- resultó cautivante, el buen manejo de la voz, y el histrionismo mostrado, simplemente nos sorprendieron, siendo solo comparable al mostrado por Israel González –Aníbal– de grandes virtudes cómicas, sin dejar atrás a Miguel Lendorf exquisito en su rol de “Don Florito”.
De igual manera hay que destacar el trabajo de Juan Tomás Reyes –Bizco Porras– aunque nos hubiera gustado que se aprovecharan más sus condiciones vocales, y de Omar Ramírez, como Luis Nogales. Karoline Becker y Pedro Pablo Reyes, intérpretes de Rosita y Jeromo, respectivamente, cumplieron su cometido. Cabe destacar la buena ortofonía de todo el elenco, que hace perceptible cada frase hablada o cantada. Posiblemente el uso discreto de micrófonos ayudara a la buena impostación.
La famosa “Mazurca de las sombrillas” encanta, destaca el buen trabajo escénico y vocal del coro, la parte danzada nos remite más a una escena de opereta, que a una castiza. En cada escenografía predomina el buen criterio y gusto de José Miura; el uso de pantallas gigantes “led” para recrear escenas de la Revolución –La Gloriosa–, y de bellas estampas de la dehesa de Extremadura, logran mantener la fragancia de la época, dándole a la propuesta una perspectiva moderna, atractiva visualmente. El vestuario apropiado, escogencia de Iván Miura, es un elemento enriquecedor. La dirección acertada de Humberto Lara y Antón Fustier logra cohesionar con buen ritmo las diferentes escenas, permitiendo la fluidez del espectáculo.
Pero el elemento fundamental de la zarzuela es la música, y el director Carlos Mejía Zuluaga consigue de la Orquesta Filarmónica música de calidad, logrando una versión musical equilibrada, que permite aun en sus fortissimos el total lucimiento de los cantantes.
Gaspar Colón se eleva cuando –acompañado por el coro de los vareadores– canta el lamento de Vidal Hernando ¡Ay, mi morena! Los bailadores inician una auténtica danza folclórica, buen trabajo coreográfico de Armando González. Un instante sublime se produce con el dueto de Luisa Fernanda y Javier “Subir subir”, el susurro de un violín los acompaña y como eco repite la entrañable melodía, haciendo más tierno el momento. Es el triunfo del amor… mientras, se opone a ese instante la dramática y efectista escena final de Vidal, al perder “a la mujer que adora”.
Felicitamos a Edgar Pérez –productor– por darnos la oportunidad de disfrutar espectáculos de calidad.

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