Por Alci de la Rosa
¡Gracias a Dios! la gente decente podrá volver al Estadio Quisqueya ya que al fin prohibieron la entrada de cornetas a las gradas que las habían contaminado de un ruido tan enorme que me atreveria a decir que solo soportan los anormales o los fanáticos empedernidos que comen, duermen y se levantan con la pelota. Hace varios años fuimos al play con una familia que vino de Nueva York para ver un juego entre Licey y Escogido y en la tercera entrada abandonamos el lugar porque más que una diversión se convirtió en una tortura para nosotros y esa gente civilizada por el sonar incesante del instrumento de marras y aumentado por diabólicos conjuntos de redoblantes, tambores gigantes y trompetas también pero super grandes que aupaban a cada uno de los equipos. ¡Aquello era infernal! La medida ha sido apoyada por cronistas sensatos con la excepción del hombre de "Un Cuarto Deportivo", el amigo, ALBERTO RODRÍGUEZ quien va al Estadio Quisqueya y ve el juego desde el "septimo cielo" en una cabina bien hermética, con aire acondicionado, en donde no le llega el menor ruido. Si Alberto fuera un ciudadano común que tuviera que ir con su hijito pequeño no es verdad que permitiría que un salvaje le sople la "maldita corneta" en el oido y lo deje tarado para siempre, no lo quiera Dios. Ojalá sigan tomando normtivas como esta para aumente más, mucho más la asistencia al deporte rey de este país.
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