miércoles, 11 de septiembre de 2013

EL MISMO DOLOR QUE JUAN COLÓN

Juan Colón

                                                 
Por Alci de la Rosa

Siempre he seguido con admiración los escritos del formidable saxofonista criollo Juan Colón en esa página líder en lectoría a nivel nacional e internacional que edita el maestro Joseph Cáceres, porque es una labor muy dominicanista que ningún cronista de arte ni por asomo está realizando, labor que engrandece a nuestros valores de la música y el canto.

Ayer lunes me sorprendió su lastimoso tema sobre una afirmación que le hizo el también superbo manejador del referido instrumento Luis Aquino en el tenor de que “en el mercado norteamericano los artistas envejecen y se convierten en leyendas vivientes. En el mercado latino, se convierten en “viejos de mierda”.
Yo corroboro en parte esa verdad que es como un templo, pero difiero en el sentido de que se generalice en Latinoamérica, ya que me parece que esa aberración es lamentablemente de los dominicanos, y como no hay efecto sin causa, creo que es por la deficiente educación doméstica de las últimas camadas de nuestras sociedad.

 Estuve con el maestro Jesús Torres Tejeda durante 27 años desde cuando fundamos el kilométrico programa “De Fiesta con Recuerdo” en la primera Radio Fiesta que operaba en los 950 AM de la antigua HIG y por su enseñanza se me inoculó el amor por la dominicanidad y la misión de mantener nuestro valores en el alma nacional, labor que sigo haciendo junto a mi compadre, el excelente locutor Alberto Sandoval, en nuestro programa HOY COMO AYER por Radio Universal, los domingos a las 11 de la mañana. También fundador del programa de Torres Tejeda.

Hay tres países latinoamericanos que son dignos de encomios por la devoción y respeto que rinden a sus grandes valores aún después de muertos y esos son México, Cuba y Puerto Rico. En México cada aniversario de la muerte de Pedro Infante, Jorge Negrete y otras figuras emblemáticas muchos de sus seguidores van con guitarras y otros instrumentos a rendirles tributos en sus tumbas y gente corriente del pueblo les tributan flores. Agustín Lara, Juan Arvizu, Toña La Negra, Antonio Aguilar y otros grandes ya entrados en años fueron honrados por el pueblo azteca hasta el último momento de su existencia.

  Una vez en Cuba cuando murió Longina O’Farril decenas de trovadores fueron con sus guitarras en alto hasta depositar su cuerpo al lado de la tumba de Manuel Corona, uno de los cuatro grandes de la vieja trova cubana, ya que fue la mujer que lo inspiró a escribir la canción que lleva como título su nombre y que al pasar del tiempo la grabó para esta generación el salsero venezolano Oscar de León. Barbarito Díez, Beny Moré, Lino Borges, Olga Guillot, Celia Cruz, Bienvenido Granda, Elena Burke, etc.  han sido siempre venerados por el pueblo cubano sin importar su edad, cuanto al contrario sienten orgullo perenne por sus valores.

                                
                                Beny Moré                                                  Celia Cruz

 En Puerto Rico es una tradición colmar de cariño a los artistas envejecientes y si buscamos en sus crónicas artísticas podemos enterarnos de cómo se llenaba el Palacio de Bellas Artes de San Juan cuando artistas de largas datas como Felipe Rodríguez, José Luis Moneró, Carmita Jiménez, Gilberto Monroig, Julita Ross, Bobby Capó y otros de igual valía, se presentaban en ese ilustre escenario. Y en la actualidad sucede lo mismo con Cheo Feliciano, Andy Montañez, Lucecita Benitez, etc.

Sin embargo aquí en República Dominicana, aunque no todos los que habitamos en ella, muchos expresan un desprecio olímpico por nuestros cantantes, músicos y otros artistas que ya han perdido lozanía por el peso de los años pero que le dieron lustre al cancionero latinoamericano y que realmente en otros países lo supieron valorar mucho más que en su tierra natal.

Figuras de la talla de Elenita Santos, quien fuera una gran estrella del bolero y que compitió en los más prestigiosos escenarios de México, Cuba, Colombia, Puerto Rico, Miami, Nueva York y Panamá al lado de astros como Lucho Gatica, Juan Legido, Maria Luisa Landín, Olga Guillot, y otros de igual calibre y que en las semanas aniversario de La Voz Dominicana nos representaba con alto nivel ante las grandes estrellas que venían de varios países de América y Europa, era objeto de burla y de menosprecio de gente sin concepto. No se puede dudar que eso haya sido motivo de que se fuera a vivir al extranjero. Recordamos en esa misma tesitura al grandioso barítono Guarionex Aquino.

Igualmente pasaba con Alberto Beltrán que aquí no se le dio el valor que merecía quizás por el prurito de mucha gente que lo seguía viendo como el vendedor de dulces por la calles de ciudad Trujillo hoy Santo Domingo, oficio que realizaba antes de alcanzar la fama. Sin embargo Beltrán atronó la Cuba de Martí y en una ocasión fue la figura de más arraigo popular en esa tierra hermana cuando ingresó al decano de los conjuntos cubanos, La Sonora Matancera. En Colombia fue idolatrado y muy querido a tal grado que tenía prácticamente que  quedarse a vivir por largas temporadas en la tierra de la cumbia.
Con Joseito Mateo, Vinicio Franco, Francis Santana y el ya desaparecido Rafael Martínez ha pasado lo mismo que en vez de ser exaltados y respaldados en sus presentaciones también han sido pasto de la burla de gentes insensatas que no advierten que cada uno de ellos ha contribuido a la imagen artística del país y que nos prestigia en el otras naciones.

                                 

Lo de Félix del Rosario fue muy penoso que siendo una figura de primera magnitud de nuestro elenco sus restos fueron llevados su última morada por un escaso séquito en donde hasta sus compañeros de de profesión brillaron por su ausencia.

Y lo del Cantante Nacional, Eduardo Brito es de la antología lastimera, que canto baladas, merengues, sones y que luego de su depuración como cantante operístico con su prodigiosa voz de barítono y que asombró los escenarios de América y Europa, especialmente en España posicionándose como la figura cumbre en la interpretación de la Zarzuela, murió triste y abandonado en el manicomio de nigua y en es momento crucial dijo un empleado: “Murió Brito, ya salimos de ese locazo”.

Así somos los dominicanos que el extranjerismo nos es delicioso ya que artistas que están explotados y que no le dan por las rodillas a nuestros veteranos en calidad de voz, vienen aquí y la gente llena los aforos donde se presentan y al precio que sea, sin embargo cuando es uno de nuestros longevos cantantes que pretende hacer un concierto lo estropean en el intento.

Por esto y mucho más tango el mismo dolor del valioso saxofonista Juan Colón de quien conservo un  maravilloso CD instrumental con nuestra música bandera, el merengue,  que grabó junto al estelar maestro del piano Manuel Tejada.

   

No hay comentarios:

Publicar un comentario