Juan Colón
Por Alci de la Rosa
Siempre he seguido con admiración los escritos del
formidable saxofonista criollo Juan Colón en esa página líder en lectoría a
nivel nacional e internacional que edita el maestro Joseph Cáceres, porque es
una labor muy dominicanista que ningún cronista de arte ni por asomo está
realizando, labor que engrandece a nuestros valores de la música y el canto.
Ayer lunes me sorprendió su lastimoso tema sobre una
afirmación que le hizo el también superbo manejador del referido instrumento
Luis Aquino en el tenor de que “en el mercado norteamericano los artistas
envejecen y se convierten en leyendas vivientes. En el mercado latino, se
convierten en “viejos de mierda”.
Yo corroboro en parte esa verdad que es como un templo, pero
difiero en el sentido de que se generalice en Latinoamérica, ya que me parece
que esa aberración es lamentablemente de los dominicanos, y como no hay efecto
sin causa, creo que es por la deficiente educación doméstica de las últimas
camadas de nuestras sociedad.
Estuve con el maestro
Jesús Torres Tejeda durante 27 años desde cuando fundamos el kilométrico
programa “De Fiesta con Recuerdo” en la primera Radio Fiesta que operaba en los
950 AM de la antigua HIG y por su enseñanza se me inoculó el amor por la
dominicanidad y la misión de mantener nuestro valores en el alma nacional,
labor que sigo haciendo junto a mi compadre, el excelente locutor Alberto
Sandoval, en nuestro programa HOY COMO AYER por Radio Universal, los domingos a
las 11 de la mañana. También fundador del programa de Torres Tejeda.
Hay tres países latinoamericanos que son dignos de encomios
por la devoción y respeto que rinden a sus grandes valores aún después de
muertos y esos son México, Cuba y Puerto Rico. En México cada aniversario de la
muerte de Pedro Infante, Jorge Negrete y otras figuras emblemáticas muchos de
sus seguidores van con guitarras y otros instrumentos a rendirles tributos en
sus tumbas y gente corriente del pueblo les tributan flores. Agustín Lara, Juan
Arvizu, Toña La Negra, Antonio Aguilar y otros grandes ya entrados en años
fueron honrados por el pueblo azteca hasta el último momento de su existencia.
Una vez en Cuba
cuando murió Longina O’Farril decenas de trovadores fueron con sus guitarras en
alto hasta depositar su cuerpo al lado de la tumba de Manuel Corona, uno de los
cuatro grandes de la vieja trova cubana, ya que fue la mujer que lo inspiró a
escribir la canción que lleva como título su nombre y que al pasar del tiempo
la grabó para esta generación el salsero venezolano Oscar de León. Barbarito
Díez, Beny Moré, Lino Borges, Olga Guillot, Celia Cruz, Bienvenido Granda,
Elena Burke, etc. han sido siempre
venerados por el pueblo cubano sin importar su edad, cuanto al contrario
sienten orgullo perenne por sus valores.
Beny Moré Celia Cruz
En Puerto Rico es una
tradición colmar de cariño a los artistas envejecientes y si buscamos en sus
crónicas artísticas podemos enterarnos de cómo se llenaba el Palacio de Bellas
Artes de San Juan cuando artistas de largas datas como Felipe Rodríguez, José
Luis Moneró, Carmita Jiménez, Gilberto Monroig, Julita Ross, Bobby Capó y otros
de igual valía, se presentaban en ese ilustre escenario. Y en la actualidad
sucede lo mismo con Cheo Feliciano, Andy Montañez, Lucecita Benitez, etc.
Sin embargo aquí en República Dominicana, aunque no todos
los que habitamos en ella, muchos expresan un desprecio olímpico por nuestros
cantantes, músicos y otros artistas que ya han perdido lozanía por el peso de
los años pero que le dieron lustre al cancionero latinoamericano y que
realmente en otros países lo supieron valorar mucho más que en su tierra natal.
Figuras de la talla de Elenita Santos, quien fuera una gran
estrella del bolero y que compitió en los más prestigiosos escenarios de
México, Cuba, Colombia, Puerto Rico, Miami, Nueva York y Panamá al lado de
astros como Lucho Gatica, Juan Legido, Maria Luisa Landín, Olga Guillot, y
otros de igual calibre y que en las semanas aniversario de La Voz Dominicana
nos representaba con alto nivel ante las grandes estrellas que venían de varios
países de América y Europa, era objeto de burla y de menosprecio de gente sin
concepto. No se puede dudar que eso haya sido motivo de que se fuera a vivir al
extranjero. Recordamos en esa misma tesitura al grandioso barítono Guarionex
Aquino.
Igualmente pasaba con Alberto Beltrán que aquí no se le dio
el valor que merecía quizás por el prurito de mucha gente que lo seguía viendo
como el vendedor de dulces por la calles de ciudad Trujillo hoy Santo Domingo,
oficio que realizaba antes de alcanzar la fama. Sin embargo Beltrán atronó la
Cuba de Martí y en una ocasión fue la figura de más arraigo popular en esa
tierra hermana cuando ingresó al decano de los conjuntos cubanos, La Sonora
Matancera. En Colombia fue idolatrado y muy querido a tal grado que tenía
prácticamente que quedarse a vivir por
largas temporadas en la tierra de la cumbia.
Con Joseito Mateo, Vinicio Franco, Francis Santana y el ya
desaparecido Rafael Martínez ha pasado lo mismo que en vez de ser exaltados y
respaldados en sus presentaciones también han sido pasto de la burla de gentes
insensatas que no advierten que cada uno de ellos ha contribuido a la imagen
artística del país y que nos prestigia en el otras naciones.
Lo de Félix del Rosario fue muy penoso que siendo una figura
de primera magnitud de nuestro elenco sus restos fueron llevados su última
morada por un escaso séquito en donde hasta sus compañeros de de profesión
brillaron por su ausencia.
Y lo del Cantante Nacional, Eduardo Brito es de la antología
lastimera, que canto baladas, merengues, sones y que luego de su depuración
como cantante operístico con su prodigiosa voz de barítono y que asombró los
escenarios de América y Europa, especialmente en España posicionándose como la
figura cumbre en la interpretación de la Zarzuela, murió triste y abandonado en
el manicomio de nigua y en es momento crucial dijo un empleado: “Murió Brito,
ya salimos de ese locazo”.
Así somos los dominicanos que el extranjerismo nos es
delicioso ya que artistas que están explotados y que no le dan por las rodillas
a nuestros veteranos en calidad de voz, vienen aquí y la gente llena los aforos
donde se presentan y al precio que sea, sin embargo cuando es uno de nuestros
longevos cantantes que pretende hacer un concierto lo estropean en el intento.
Por esto y mucho más tango el mismo dolor del valioso
saxofonista Juan Colón de quien conservo un maravilloso CD instrumental con nuestra música
bandera, el merengue, que grabó junto al
estelar maestro del piano Manuel Tejada.
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