viernes, 10 de agosto de 2012

OPORTUNISMO

Por Alfonso Quiñones (Nuevo Diario)

Eramos pocos y parió Catana", reza una vieja frase. Eso mismo ocurrió con la oportunista aparición de un grupo de abogados que con actitud municipal y espesa, pretenden dar marcha atrás desde Barahona a la dolorosa situación por la que pasan, tanto Acroarte, como la familia de Casandra Damirón.
Los abogados Néstor de Jesús Laurens, Víctor Emilio Santana Florián, Juan Pablo Santana Matos, Ariel Cuevas, Yovanny de León y Manolo Sánchez han depositado una instancia en la Secretaría de la Cámara Civil, Comercial y de Trabajo de la Corte de Apelación de esa ciudad del sur, para que designe una de las dos cámaras del distrito judicial.
Como si fuera poco, la solicitud de recurso de amparo está sustentada por la Fundación Enriquillo de Oro, las seccionales del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP). Qué lástima que colegas de la prensa se presten para semejante vagabundería.
El oportunismo es uno de los defectos que más vergüenza ajena producen. Y uno de perdonavidas puede llegar a pensar que se trata de un afán de sobreviviencia en esta jungla del gran espectáculo al que asistimos cotidianamente y donde ya van quedando pocas cosas de las cuales asombrarse.
Pues sí, cuando se pensaba que ya el lío entre la familia de Casandra y Acroarte había sido zanjado, y que los cronistas de espectáculos podían dedicarse a reflexionar seria y profundamente acerca de los premios y su devenir, aparecen los barahoneros con el cuento de que con esa decisión se frena el desarrollo turístico de una ciudad, a la cual solamente llegan turistas cuando Luis Medrano los lleva para Semana Santa. Todo eso, respaldados con el discurso de que el nombre de Casandra es patrimonio cultural dominicano.
Ernest Hemingway decía que "hay que tener detector de m..." y evidentemente no lo hay.
Con traquimañas jurídicas lo único que pueden hacer es daño a los premios de Acroarte, a la familia de Casandra, y a su ciudad, pero más que todo al país en su totalidad, porque meterse en el jueguito de los tribunales y las leyes lo que va a hacer es obstaculizar y retrasar el desarrollo del premio, y obligar que el foco principal de lo que tiene que ser el objetivo hoy de Acroarte, la reingeniería de los premios, tenga que dedicarse a una guerrita de técnicas de dilación leguleyas.
Prefiero pensar que en un futuro no muy lejano, cuando los que están en contra de que el Sur pierda el pulso del tiempo, y esa zona del país empiece a despuntar con justicia como destino turístico, los colegas periodistas, y los amables abogados de la ciudad, sean los primeros en reconocer que metieron la pata...


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