jueves, 14 de julio de 2011

Controversial programa en The Travel Channel


Luis E. Palacios, El Nuevo Herald de Miami

El primer episodio de la nueva temporada de Anthony Bourdain: No Reservations del controversial chef, escritor y viajero a Cuba, coincide con la nueva política del gobierno del presidente Barack Obama de eliminar algunas restricciones a los viajes de ciudadanos estadounidenses a la isla.

En los primeros minutos del episodio que se transmitió la noche del lunes por The Travel Channel, Bourdain explicó que estaba consciente de que su viaje no iba a complacer a muchos que se oponen a cualquier tipo de contacto con la isla mientras esté en pie el gobierno de los hermanos Castro, y deja una serie de dudas acerca de si el programa estuvo sometido a restricciones de contenido por parte de las autoridades. En una entrevista reciente con USA Today, el presentador había comentado que a pesar de que Cuba es todavía un país comunista, en donde normalmente se vigila a los visitantes, él y su equipo pudieron desplazarse con libertad, hablaron con la gente de la calle y pudieron disfrutar de la cultura local, de su cocina y especialmente de su ron.

Anthony Bourdain es un chef neoyorquino de ascendencia francesa por vía paterna, que saltó a la fama cuando era chef ejecutivo de Brasserie Les Halles, uno de los restaurantes de mayor prestigio en Nueva York. En el 2000, publicó su bestseller Kitchen Confidential: Adventures in the Culinary Underbelly, basado en Don’t Eat Before Reading This, un artículo suyo publicado en The New Yorker, que mostraba el lado oscuro y oculto del mundo culinario. A raíz del éxito alcanzado por la publicación, la cadena The Food Network le ofreció su propio show de televisión sobre comidas y viajes, A Cook’s Tour en el 2002, y más tarde, en el 2005, se lanzó la serie Anthony Bourdain: No Reservations por The Travel Channel. En sus programas, el presentador recorre el mundo mostrando la cultura de diferentes países a través de su gastronomía.

Con el episodio del lunes, dedicado a Cuba, Bourdain asegura que se ha cumplido un viejo deseo suyo de hacer un programa en la isla “antes de que llegue el cambio”. En el programa de una hora, el chef se rinde ante los encantos de La Habana Vieja, sus viejos autos y su arquitectura, y ante la pasión de los fanáticos de la pelota, los frijoles negros y el ron, aunque durante toda la transmisión no se puede dejar de percibir el tono superficial con que se tratan los temas en un show donde el principal objetivo es simplemente señalar los atractivos turísticos de los lugares que visita.

El béisbol tiene un lugar destacado en el episodio. “La religión es la pelota’’, dice el presentador de 54 años antes de mostrar imágenes de un juego de ligas menores, y la idea se mantiene en una posterior visita al Estadio Latinoamericano, con el expatriado estadounidense y experto en béisbol cubano Peter Bjarkman para un juego entre Industriales y Ciego de Avila, y a la “Esquina Caliente” en el Parque Central, donde varias decenas de aficionados discuten acaloradamente sobre el deporte y hasta tienen “tarjetas de miembros y licencia para hablar sobre la pelota”, cosa curiosa para un país en donde la libertad de expresión no existe. En el estadio, Bourdain expresa su desagrado por lo que parece ser un sustituto de perro caliente y expresa, en tono de chiste, que el mayor fracaso de la revolución es que no se sirva cerveza durante los juegos.

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