lunes, 28 de junio de 2010

¡ASESINATO CRUEL CONTRA ESTUDIANTE ATERRORIZA LA SOCIEDAD!

LA SOCIEDAD DOMINICANA ESTÁ LLENA DE HORROR AL ENTERARSE DEL CRUEL, SALVAJE, COBARDE Y EXECRABLE ASESINATO COMETIDO POR DOS AGENTES DE LA POLICIA DEL JOVEN ABRAHAM RAMOS MOREL, ESTUDIANTE DE TERMINO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD AUTONOMA DE SANTO DOMINGO.

El horrendo crimen ocurrió como a esa la una de la madrugada en la calle Pedro Livio Cedeño proxímo a la Padre Castellanos cuando el occiso iba manejando su automóvil en compañía de su padre, un primo y una jovencita de 16 años, y el sargento Carlos Manuel Martínez Germán y el raso Elvis Vinicio Montero Jiménez, quienes estaban estacionados con su motor en la oscuridad (cosa que está prohibida) debajo de una mata de caucho le hacen seña de que detenga su auto, pero el joven ante el temor de que fueran asaltantes se detuvo más adelante en lo claro, y esto bastó para que los uniformados la emprendieran a tiros alcanzando uno de ellos en la nuca al joven de 23 años. Precisamente en la celebración de su cumpleaños.

Señores, hechos como este son los que desdicen de la supuesta función de la Policía de proteger a la ciudadanía, ¡cuanto al contrario cuando un ciudadano se encuentra ya sea a pie o transitando en un vehículo con una patrulla, en vez de sentirse seguro como debe ser lo que hace es que se llena de terror! por la actitud delincuencial de muchos de sus miembros que se enganchan a la uniformada con intenciones muy alejadas de lo que es su deber.

Este abominable hecho de sangre nos llena a todos de terror de salir a las calles sin seguridad alguna porque amén del peligro que se cierne sobre el ciudadano por el crecimiento del crimen
también está la amenaza de agentes policiales proclives a actos reñidos con la ley de la cual ellos son auxiliares.

El mayor general, Rafael Guillermo Guzmán Fermín, jefe de la Policía debe hacer una investigación bien exhaustiva para dar a conocer con qué fines estaban este sargento y el raso a la una de la madrugada hostigando a conductores que como en este caso eran ciudadanos que estaban en un momento de sana recreación, y en consecuencia aplicar las sanciones pertinentes a todos los involucrados en este detestable hecho y que los tribunales de la República cobren con la pena máxima la ofensa a la sociedad.

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