José Offerman, manager del Licey
Por Alci de la Rosa
Es admirable la forma en que se ha comportado el manager de los Tigres del Licey en los últimos y graves conflictos que se han presentado en el terreno de juego guardando serenidad y control antes los árbitros sin perder tampoco su derecho de reclamar una decisión injusta.
En el último encuentro entre Gigantes y Los Tigres en Estadio Quisqueya en que el impire de tercera decretó out a Erick Aybar en una jugada sumamente apretada que devengó en un amotinamiento de marca mayor de los fanáticos azules tirando objetos de toda suerte al terreno y la protesta acalorada de jugadores liceistas, el capataz añil mantuvo un acerado control de sus actos ante los árbitros que no pecó para justificar su expulsión.
Así mismo fue su comportamiento en el juego final en San Francisco de Macorís para decidir el pase a la final frente a los mismos rivales en que el árbrito del home hizo un llamado extraño señalando hacia el pitcher cuando ya el lanzamiento de Guillermo Mota estaba en el aire y que conectó de hit entre primera y segunda, Leury García, que significaba la carrera de romper el empate a 8.
La jugada iba a ser anulada pero el manager de los Gigantes, Silverio, protestó enérgicamente y fue expulsado del juego y el reclamo siguió en voces de sus asistentes que convencieron a los jueces de que la jugada ya estaba en proceso cuando el árbitro de home intervino y se concluyó en dar por válida la jugada, sin embargo Offerman expresó sus argumentos y al final aceptó la última decisión.
Con los tropezones que ha dado, graves por cierto, que lo sacaron del redondel beisbolero por un tiempo considerable, cosa que le dolió mucho, ya son aguas pasadas, y con su comportamiento ejemplar en estos últimos conflictos en plena acción deportiva, no hay la menor duda que estamos frente a un nuevo José Offerman.
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