ARMANDO ALMÁNZAR CALIFICA "EL PELOTUDO": ¡UNA MOJIGANGA!

Por Armando Almánzar Y vuelve a pasarnos lo mismo, y, como en los trabajos de Sísifo, este destino cruel, esta infinita reiteración cruel, seguirá volviendo una y otra y otra vez. Ver una película que nos anonada por su prístina belleza, para salir de ella y  tropezarnos, como toro ciego que atropella sin importar qué, con otra perfecta mojiganga. Porque, ¿cómo calificar una historia como la del tal “Pelotudo” si no es de pura y perfecta mojiganga? ¿Qué importa que Claudio Chea sea un maestro de la fotografía si lo que están reflejando sus tomas son necedades? ¿Quién demonios le dijo al Sr. Raymond Hernández, guionista y director de este asunto, que para ser un pelotero dominicano hay que ser negro o mulato y tener las cabellos rizados? No notó él, como notamos nosotros, que ese teñido de la piel se veía de lejos que era precisamente eso, un vulgar teñido, que nadie podía tragarse tan desmañado cuento? A quién se le ocurre que un argentino que llega a nuestro país blanco y de pelo lacio y con un nombre suyo real va a poder salir de aquí con una visa de USA negro, pelo rizo y con otro nombre? O sea, que el Martín argentino jugó pelota unos meses cuando era un niño, practicó dos semanas con un ex jugador cubano (sufrido él, traumatizado él, pero muy, muy buena persona a pesar de estar todo el tiempo gruñendo), y ya es lanzador estelar de un equipo profesional, y lanza en el primer juego del campeonato y termina lanzando ese mismo juego para comenzar , agárrense, la serie final. Y bien, supongamos que se nos aparece el Sr. Hernández y nos responde todas esas preguntas satisfactoriamente. Perfecto. Pero lo que no va a poder hacer es conseguir que su historieta tenga genuina gracia, que nos haga reír o por lo menos sonreír por situaciones creadas para ello y no por los aspavientos de óonguito (Félix Tejeda, el “abogado”), o que nos va a emocionar por las actitudes ridículas del periodista deportivo que, quién sabe por qué intrincado motivo la tenía cogida con el Pompy. Entonces, si eso no es una mojiganga, que nos cuelguen.